La batalla por los Dreamers en una democracia en riesgo
Por David Torres • America’s Voice en Español
El
reciente apoyo que públicamente ha recibido a nivel nacional el
programa de Acción Diferida para Quienes Llegaron en la Infancia (DACA)
por parte de reconocidas entidades empresariales, así como de
universidades y personalidades del ámbito académico, diplomático, de
seguridad y de inteligencia, se ha convertido en una muestra más de los
beneficios reales que ha obtenido Estados Unidos con la regularización,
aunque temporal, de alrededor de 800 mil jóvenes amparados por esta
protección migratoria.
Es decir,
esta vez el respaldo a DACA y sus beneficiarios no viene solamente de
grupos pro inmigrantes que han luchado incansablemente desde la creación
de este programa en el gobierno anterior, sino de ese otro ámbito más
especializado y con una plataforma de conocimientos más profunda, sobre
todo a partir de análisis y de resultados de una realidad
económico-migratoria que a todos compete, directa o indirectamente.
En
su carta a la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos en su
formato de amicus curiae, más de 140 grandes empresas aclaran, de
entrada, que aportan trillones de dólares anuales a la economía
estadounidense empleando a millones de trabajadores, entre los cuales
se encuentran precisamente los jóvenes denominados Dreamers.
Entre
estas empresas se encuentran Google, Facebook, Verizon, Tesla, Ikea,
Twitter, Western Union, Starbucks, IBM, por mencionar solo algunas de
las más reconocidas, y las cuales declaran que los “inmigrantes han sido
durante mucho tiempo parte esencial de la prosperidad y el
crecimiento” de esta Nación, y quienes han contribuido con importantes
avances en ciencia y tecnología.
Pero
no solo eso, sino que destacan también que los inmigrantes han creado
negocios que generan alrededor de $775 mil millones en ventas y proveen
una gran cantidad de empleos, pagando más de $300 mil millones en
impuestos locales, estatales y federal. De ahí que muchas de ellas
estén incluidas en la lista de Fortune 500, subraya la misiva a la
Suprema Corte, que está lista a escuchar argumentos en favor y en
contra de DACA el próximo 12 de noviembre.
De
este modo, eliminar DACA, aseguran en su carta las empresas en
cuestión, “causará un daño muy serio a las compañías estadounidenses, a
los trabajadores y a la totalidad de la economía del país. Las
empresas perderán valiosos empleados. Los trabajadores perderán
empleadores y compañeros de trabajo. Nuestro PIB nacional perderá más
de $460.3 mil millones”.
Con base
en ese pronóstico, es fácil entender por qué se sumaron a la petición
de preservar DACA universidades como Brown, Harvard y Yale, tres de las
más prestigiosas casas de estudios en el país y en el extranjero.
Pero
el empecinamiento del Gobierno en contra de DACA y de los Dreamers y
sus familias, la mayoría de los cuales son de origen latino, no tiene
límites. Incluso, el mandatario estadounidense se ha atrevido a pedir a
los magistrados de la Suprema Corte, vía Twitter, que cancelen el
programa, aduciendo que los legisladores podrían “llegar a un acuerdo”
para que los jóvenes “se queden en el país en muy poco tiempo”, siempre
y cuando den por terminado DACA.
Una
cosa queda clara de esta batalla por los Dreamers en la que ahora las
empresas más fuertes del país se han decantado por la defensa de los
jóvenes: que cada vez más la conciencia en esta nación se aclara, no
solamente en relación con el ámbito migratorio, sino sobre todo para
mostrar su rechazo a la anomalía gubernamental que se ha enquistado en
la Casa Blanca, que ha pretendido gobernar a partir del culto a la
personalidad de quien detenta el poder y que aún sostiene las
estructuras de una democracia en riesgo.